JUEGO DE ESCENAS

Aparcó el coche cerca de la estación de servicio más cercana. Nunca sabía cuando podía (averiguaré... pero podría ser "podría"... luego confirmo) necesitar una, dado que la aguja que marcaba el nivel de gasolina estaba averiada y no se movía del medio depósito, aunque no le quedara ni una mísera gota. La casa de su tía Eulalía quedaba unas pocas calles más allá y maldita la gracia que le hacía ir a visitarla. Por regla general la evitaba como a la peste. A ella y a su asqueroso gato. Pero se lo había prometido a su madre.

La pobre mujer no estaba en sus cabales, desde que (coma) hacía dos años, [coma] cuando (mientras) estaba limpiando la parte de arriba de las alacenas de la cocina, se había caído de la banqueta y estrellado la frente contra la baldosa (toda la frase me parece un poco complicada, pondré mi versión abajo). Ahora, pensaba que era la reina María Antonieta. ¡Jolín! Si hasta tenía que hacerle reverencias… (no es necesaria la pausa... ¿¿o sí??) y besarle la mano adornada de anillos. ¡Un buen psiquiátrico! Eso era lo que necesitaba la mujer. Pero su madre, no… venga a seguirle la corriente a su hermana, aún [sin acento?] a sabiendas (sabiendo) de (suprimir) que estaba como un cencerro. Si no, a ver a cuento de qué [suprimir coma] le había regalado un caballo el mes pasado. Pero, ah claro (esta expresión entre signos de exclamación), qué memoria la suya. Es que Su Majestad se había quejado de que no tenía montura (más correcto sería decir montado... montura es lo que va sobre el montado y sirve de asiento) para poder salir a cabalgar por las mañanas. ¡Argggggggg! Y encima hoy, para no ofender a la dama, su madre la había obligado a ponerse un incomodísimo corsé, un vestido antiguo que alquiló en una tienda de disfraces y unos zapatos que le estaban destrozando los pies. ¡Y encima (utilizaste el término en la frase anterior... pondría: Inclusive, además o similar) no podía ponerse calcetines! ¡Con lo que odiaba ella las medias! Por no hablar de la peluca empolvada y (suprimir) de casi medio metro de alto que llevaba como complemento. Menos mal que faltaba un día para carnavales, porque si no ni amenazándola con arrancarle la piel a tiras, hubiera salido a la calle de aquella guisa. ¡Por dios! Si parecía una muñeca de porcelana.