No sé porque compré este libro, supongo que en su momento me llamó la atención el argumento, o porque era un buen precio, o quizás porque era de MacGregor y suele gustarme, pero desde luego se quedó en la estantería sin leer hasta este fin de semana. Cada vez que intentaba leerlo siempre encontraba otros que me interesaban más y la verdad que si sé lo que me esperaba lo hubiese dejado acumulando polvo.
Pocas veces me despacho tan a gusto con un libro, pero creo que ésta va a ser una de ellas y es que me ha parecido soporífero, aburrido: un tostón.
Braden (el protagonista) es el hombre más “maravilloso, estupendo, mejor dotado, las vuelve locas a todas”, en resumen: un semental, y el pobrecito tiene que vivir sabiéndose IRRESISTIBLE. ¡¡¡Qué sufrimiento¡¡¡. Pero es que encima este buen hombre no tiene la culpa de “tirarse” todo lo que se mueva, no diré todo lo que lleve faldas, porque están en Escocia y sería peliagudo. Las mujeres lo acosan sin cesar, y él ¿qué puede hacer?; Pues lo normal, aprovechar al máximo la coyuntura. No sé si a la escritora se le fue la “pinza” o simplemente no tengo el día para hombres de este calibre. Pero le tomé antipatía a este chico desde el inicio del libro.
Y por el contrario, la escritora nos describe a Maggie, su partenaire, como alguien bastante insulso, no excesivamente guapa, sin destacar por ninguno de sus atributos, y a la que se le ocurre la brillante idea de evitar una nueva lucha entre clanes vecinos, consiguiendo que todas las mujeres se encierren en la Iglesia. No podía creer que con este argumento se pudiese desarrollar una historia. Supongo que ahí reside la capacidad de un buen escritor, pero no encontré el sentido a tanto despropósito.
Braden y Maggie se conocen desde niños, y su relación es mínima, aderezada además por recuerdos de la infancia en común no muy entrañables. En cierta forma siempre han estado en lucha, fundamentalmente porque Maggie, incluso sin quererlo no ha podido evitar sentirse atraída por Braden (lógicamente). Aunque él ni siquiera se ha fijado en ella, aunque claro, terminará por descubrirla de golpe y porrazo.
Supongo que a estas alturas ya os habéis dado cuenta que no me ha gustado, he tenido que hacer un esfuerzo por llegar al final, y me he aburrido como nunca (o como pocas veces). Cuando encuentro un libro de este tipo me enfado, porque pienso en lo que ocurriría si lo leyese alguien que aborrece la romántica. Diálogos tontos, argumento rebuscado e increíble, que se iban a quedar los hombres tranquilos en lugar de echar abajo las puertas de la Iglesia, si si, ¿cómo no? Por no hablar del descubrimiento del sexo por parte de Maggie, que parece que hubiese pasado los años anteriores dedicada exclusivamente a este menester.
Estoy segura que a muchas personas les habrá gustado el libro, pero desde mi punto de vista no está a la altura de otros que tiene esta mujer, es lento, aburrido, insulso, sin pizca de gracia y con unos personajes que tienen la química justa. Lo mejor de todo el libro: El final. ¿Lo recomiendo? No, porque me parece totalmente prescindible.
Para las que estéis interesadas, aparece Sin (Nacido en Pecado) y también Lochlan, Ewan, todos ellos hermanos de Braden.
Besos