Caleb

JOANA, SI VAS CON TODA LA TROPA, PUES YA SABES, 50 EURACOS LA HABITACIÓN CON DESAYUNO PARA LOS CUATRO. Fátima (si va, dormiría con la menda).

El jueves lo consulto con el señor Gregorio

JUAS, bueno, si vienes con los mostruos habría qeu buscar un sitio en el que pudiéramos macharcarles (deportivamente hablando), eso sí, nada de dardos y nada de billar jjajajajajaja ¿qué tal se les dan los bolos? A mí no muy bien, pero se haría lo que se pudiera, uno o dos tres plenitos seguidos

Pues ya sabéis yo toy haciendo planning pa ver x Madrid. La habitación ya he reservado una doble. Pero la q vale 50 pavos es la individual. La triple tiene q valer algo más. A mi sólo me falta el billete.

¿en el holliday? no, la habitación es para cuatro plazas, una cama doble y un sofá cama.

Madre que lio jajajaja.
A ver yo cogi una habitación doble en el mismo hotel, y me sale por 60e. Pa ir el viernes y volver el domingo. De plano va una colega mia que se llama Laura y Leti aun no sabe seguro se ira o no.
El alsa me sale por 69e

Susana ¿no has avanzado nada? Que sepas que entro todos los días a mirar si has colgado otro trozo...

Hola:

Lo siento pero no he podido porque llevo un mesecito. No se lo he contado a mucha gente porque estoy muy nerviosa con ello, bueno Leti se lo ha contado a medio pueblo jajajaja. Hace como un año llamé al programa de antena3 ahora caigo y a principios de Enero me llamaron. Pasé todos los castings y voy a ir la semana que viene a grabar el programa. Tovia no me lo creo. Voy de oponente asi que no se me verá mucho pero yo intentaré dejar el pabellón bien alto. No prometo nada.

Voy a Barcelona vuelvo y en un día el encuentro. Va a ser tremendo jajaja

¡Ostras, qué emocionante! ¡Yo quiero verlo!

PD: Juassss, por si teníamos pocos temas de conversación, algo más para hablar durante el finde!

Ya te digo, Su si vas a caer, cae con estilo jajajaja

Eso espero chiquillas!!! Ayyy q nervioss. Tuve entrenando con el triviados. Yo solo espero no kedar en blanco con una pregunta tontisima. Si caigo q voy caer con algo chungo tipo multiplicaclon de varias cifras jajajaja. Al parecer te dejan probar la trampilla así q x lo menos no huire antes jajajaja

Cuando se lo cuente a mi madre, me va a decir que te pida un autógrafo cuando te vea en Madrid

Cuando me vea pifiarla en alguna tontería seguro q te pide q me des una ostia jajajaja.

Por cierto si alguna tiene whats o face en el móvil tenéis q decírmelo pa kedar el viernes. Joana tengo muchas ganas de conocerte y geni tenemos q hablar de música. Y a vee si tengo mi revancha de Parchís

Susana, yo no tengo móvil, los odio a muerte.

Si quedas con Geni en el hotel, a ver si ella tiene, xq sino a ver como nos encontramos, no me veo haciendo señales de humo en plena puerta del sol jajajaja.
Leti y yo planeamos un recorrido en base al tiempo que tenemos. Asi que espero que sobre la hora que viene Geni estemos por la puerta del sol mas o menos. A ver que dice ella

Susana, nosotros también estaremos en el hotel, así que cuando lleguemos, dejaremos un mensaje en recepción con el numero de nuestra habitación, para que os lo den cuando llegueis. ¿Qué te parece?

Chicas de verdad me lo pasé muy bien!! me he reido una jartáaa!!!. Sois tremendas!!


Estáis más chifladas que yo, lo que no pensé que fuera posible

la realidad siempre supera a la ficción. Lástima que la buena educación nos cortara, porque hay que pensar que estábamos en un hotel y no se puede molestar al resto de los huéspedes.

¿Tus vecinos son muy tiquismiquis? Porque en tu casa podemos jugar al Uno, al juego de las pelis, al Pictionary todo ello regado con calimocho, que yo eso síp lo trago, o unas caipirinhas para quitar la vergüenza.

Que vaaa!!!
Como ya les he escuchado follar y discutir, ya no se pueden quejar si yo monto alboroto jajajaja

Mocho no por dios que mi estómago no lo resiste pero caipirinhas o unas sidrinas, esta hecho vamooossss

Juasss, la mafiosa se está volviendo albariña

jaja como me mola el emoticono ese. Pero nop, albariña, nop jaja

CAPITULO III

Aparcó el coche alquilado justo enfrente de la casa y esperó. Había tardado una semana en dar con aquélla dirección y un día en llegar hasta allí por lo que ahora nisiquiera tenía un plan. Había investigado todo lo que había podido a los miembros de la familia y la zona durante todo el viaje en el Alsa hasta Oviedo. El pueblo donde vivían era un pequeño enclave en el centro de la llamada cuenca minera. Se había construido alrededor de una de las primeras minas de la zona, por ello era un lugar muy turístico aunque en aquella época las calles estaban desiertas.

Según había averiguado la casa que estaba observando había sido un cuartel de la guardia civil. Ahora, estaba bastante reformada y bien cuidada. Con un estilo funcional, contaba con dos pisos y estaba bordeada por un pequeño jardín en cuya parte izquierda pudo ver un par de columpios. De la familia sabía muy poco. Ella debía ser ama de casa mientras que su marido era un conocido mecánico de la zona ya retirado. Tenían otro hijo, del que había podido averiguar que pertenecía al Cuerpo Nacional de Policía.

Decidido a improvisar algo, sacó la llave del contacto y salió del coche. Con paso firme caminó hasta la verja que bordeaba la casa y la abrió. Cruzó el jardín y pico a la puerta. Tras unos minutos escuchando rudios a lo lejos alguien la abrió. El aroma a comida casera y hogar le inundó, trasportándole a un tiempo muy lejano. Sólo por un segundo se permitió cerrar los ojos y recordar lo que era tener un lugar al que pertenecías y sobretodo tener a alguien allí que te estuviese esperando.

- ¿Si?

La melódica voz consiguió despertarle de su ensimismamiento. Abrió los ojos y puso su mejor sonrisa antes de saludar a la mujer que le miraba de manera entrañable. Debía andar entre los cicuenta o sesenta años, tenía el pelo negro rizado y unos ojos marrones risueños que sin duda la hacían parecer más joven.

- Hola, soy el padre Micatelli. ¿Señora Serrano?

- Esa misma, pero llámeme Meri- murmuró ella. Iba vestida con un bata de andar por casa y llevaba en la mano un trapo de cocina con el que se estaba secando las manos. - Pero pase Padre, pase. Estoy haciendo la comida pa mi marido, no sabía que iba a tener visita, perdone.

Él caminó detrás de ella hacia una especie de sala de estar mientras se colocaba el alzacuellos. Hacía tanto tiempo que lo llevaba que ya se sentía casi como un sacerdote de verdad.

- Siéntese, siéntese. Deme sólo un minuto y volveré enseguida- dijo la señora desapareciendo en el pasillo.

Carlo se sentó en un sofá pequeño de color rojo, maravillándose de la forma de vida de los pueblos. Allí todo era tranquilidad y confianza. Estaba tan acostumbrado a ir por la vida vigilando su espalda, que la hospitalidad de la zona estaba empezando a hacer mella en su tradicional humor sombrío.
Mientras oía el tarareo lejano de Meri, comenzó a fijarse en la habitación.

A parte de una chimenea y varias mesitas adornadas con tapetes, lo que le llamó más la atención eran los cuadros de fotos. Había uno en cada pared. Cobró especial relevancia uno que había a un lateral del sofá. Era un foto hecha en una especie de parque. Estaban los que suponía que eran los cuatro miembros de la familia. A un lado podía distinguir a Meri vestida con un traje muy elegante, y al otro estaba el que debía ser su marido. En medio había un joven de unos treinta años, vestido con vaqueros y una americana que sonriente le pasaba el brazo por encima a una joven de veintitantos. Se levantó y se acercó más sin poder creerlo. Era prácticamente igual que ella. La había encontrado. Algo dentro de él se lo decía.

- Asi que Micatelli, ¿es extranjero?, no se le nota- escuchó a su espalda haciéndole dar un respingo

- Si, señora. Soy italiano, pero llevo mucho tiempo en España. He perdido mi acento- murmuró él girándose mientras veía como Meri entraba con una bandeja en la habitación. Después al ver como ella le miraba con curiosidad señaló el cuadro antes de volver a hablar.- Una familia preciosa.

- Esta mal que yo lo diga, pero sí. He tenido suerte. Esa foto nos la hicimos en la boda de unos primos el verano pasado-. Posó la bandeja en la que traía una gran jarra de limonada y se sentó en el sofá. Se había cambiado la bata por un sencillo vestido de verano.

Carlo se sentó a su lado con una gran sonrisa de satisfacción, tomó la limonada que ella le ofrecía y habló.

- Cuénteme algo más de su familia.

Casi dos horas después se despedía de la agradable Meri en la puerta. La saludó por última vez mientras cruzaba el jardín camino de la calle. Después escuchó el ruido de la puerta cerrándose a su espalda. De inmediato sintió el frío. Aún no era de noche y a penas corría el aire, pero el frío le invadió los huesos derrepente y no tuvo duda. Ya había sentido aquello antes.

Metió la mano en su chaqueta como si se la estuviese colocando y tocó su daga, mientras miraba a ambos lados, la calle seguí pareciendo desierta. Cruzó la verja y se subió a la acera notando como todos sus músculos se tensaban preparándose para lo que fuera, pero allí no había nada. Sin soltar el arma caminó a grandes zancadas hasta el coche, abrió la puerta y se metió dentro. Allí pudo respirar más tranquilo. Sacó las llaves y las metió en el contacto justo antes de que una sombra saliese desde la parte de atrás del coche y le sujetase por el cuello.

El crucifijo hizo que salieran chispas de aquel contacto. Carlo aprovechando la situación, empujó la puerta y salió corriendo de allí como alma que lleva el diablo. Cruzó dos barriadas de casas y atravesó la plaza del pueblo tratando de llegar al cabildo de la iglesia, pero cuando estaba llegando un extraño humo negro salió de una de las alcantarillas haciéndole caer al suelo. Aturdido debido al golpe, Micatelli trató de liberar su pierna para seguir avanzando pero aquel extraño ente se la tenía agarrada mientras sentía como afiladas cuchillas le araban el tobillo.

El dolor le hizo recordar el arma. Sacó el daga con dificultad del bolso oculto en su chaqueta y trató de atravesar el humo que enseguida retrocedió como si tuviese mente propia. No se lo pensó dos veces reptó hasta una farola cercana donde trató de ponerse en pie. Mientras ascendía lentamente agarrándose al frío metal, pudo escuchar a su espalda unos tacones acercándose  con fuerza. Cada paso resonaba en el pueblo que parecía abandonado. De inmediato se dio cuenta de que ya no se podía mover. Hacía muchos años que ya no tenía miedo a la muerte. Quizá le quedaba la nostalgia de todo lo que no había podido conseguir, de todo lo que se había perdido por aquella elección hacía tanto tiempo. Tuvo una última visión de su amigo, le había fallado, sólo esperaba que pudiese perdonarle.


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El amanecer le encontró tumbado en la cama. No había dormido. Aún no sentía la necesidad, aunque ésta llegaría pronto. Sólo era cuestión de tiempo. Últimamente eso era lo único que importaba: el maldito tiempo. Mientras los tímidos rayos de sol empezaban a iluminar la sobria habitación de su ático, en plena Gran Vía, su cuerpo pareció cargarse de nuevas energías. Aquella luz que avanzaba con rapidez por el suelo hasta llegar a la cama y de ahí a su propio cuerpo, era para él como una descarga de adrenalina.

El calor recorrió su sangre llenándolo todo. Caleb cerró los ojos y dejó que el proceso se completara. Cuando el sol se alzó majestuoso en el cielo se sintió de nuevo con fuerzas. Con lentitud abrió los ojos y entonces fue cuando sintió la presencia en la habitación. Hacía mucho que no le visitaba.

- ¿Cómo tú por aquí?- le preguntó sin mirar al visitante que le observaba desde el sillón que había a un lado de la cama

- Tu estancia en la tierra te ha vuelto cínico, Caleb- respondió éste con voz apaciguadora
Una mueca asomó a su rostro mientras se incorporaba. El pantalón de lino se estiró dejando solo al descubierto sus pies descalzos. Sin ninguna prisa tomó una camisa del mismo material que había colocado sobre la cama y se la puso antes de levantarse.

- Por favor, no me hagas reír. Apareces cada siglo sólo para jactarte de mi fracaso, Rafael- dijo antes de dirigirse a la cocina, sin hacer caso al intruso. Allí se sirvió un vaso de agua y bebió. Después fue hasta la ventana y la abrió de par en par dejando que el sol entrase a raudales también en esa estancia.

- Nunca me he jactado y menos del fracaso de un objetivo que no te corresponde Caleb. Un objetivo que tu mismo te has encomendado- Rafael había intentado que él entrara en razón desde que decidió perderse entre los mortales. - Además ¿cuando has dejado de llamarme maestro?.

Caleb sonrió a su pesar. Se giró y fue de nuevo hasta su habitación. Rafael seguía sentado en el sillón con las piernas cruzadas. Llevaba puestos unos vaqueros, un jersey gris y una abrigo largo de color blanco. Aunque no lo reconociese siempre le había encantado llamar la atención. Le igualaba en estatura, pero sus rasgos eran muy diferentes. Aunque no se mostrase ante los humanos que calcularían su edad como pasados los cuarenta, su maestro había envejecido con el mundo. Para todo aquel que lograse fijarse podía ver en sus ojos verdes, un pozo de sabiduría, así como en sus gestos se denotaba una comodidad excesiva, y en su cuerpo un cansancio invisible.

- Esta bien. Maestro. ¿Qué te trae por aquí?- preguntó Caleb mientras se tumbaba de manera indolente en la cama.

- ¿No puedo venir a ver como te encuentras?- las cejas del maestro se enarcaron irónicas

- No, si se supone que soy un renegado- dijo recalcando la última palabra con dureza. Así era como le habían denominado. Más tarde supo que ese término no lo habían acuñado con él. Cada vez que un ángel se apartaba de la misión que le habían encomendado, sin llegar a perderse se le denominaba un renegado. Una posición en la que aún había esperanza.

- Hasta la más perdida de las ovejas del rebaño merece atención, y puedo asegurarte de que tu no eras ni mucho menos ella.

- Pareces el maestro yoda- contestó Caleb con sarcasmo. - Tú no tan malo eres. La línea no cruzar podrás

Su maestro le miró intrigado haciéndole ver que no había entendido la referencia.

- ¿Así que no disfrutas de los inventos de los humanos? Quizá yo también pueda enseñarte algunas cosas

Rafael se echó a reír a carcajadas mientras se acomodaba en el sillón.
- No es que no disfrute de sus inventos, es que siempre me consideré algo más alto y más guapo que una rana.

Caleb sonrió levemente antes de ponerse serio. Se incorporó para mirar a su exmaestro a los ojos y habló.
- Sé que estás aquí porque se me está acabando el tiempo. Lo noto- afirmó, antes de añadir con sarcasmo. - Siempre pensé que tendría el suficiente para terminar con él.

- Siempre puedes volver al redil y lo sabes. Abandona esta tarea absurda y termina tu instrucción...- contestó su  maestro casi como si estuviese regañando a un niño. Cada siglo aparecía ante él para tratar de convencerlo de lo mismo y cada vez fracasaba con mayor estrépito.

- No puedo y lo sabes- afirmó tajante.- Aunque quizá haya un modo que me de más tiempo ¿verdad?
Rafael se levantó, colocándose frente a la cama mientras su semblante se volvía serio y le fulminaba con la mirada.

- ¿Por qué quieres empeorar las cosas?.

- Porque no puedo dejar que eso se salga con la suya- gruñó Caleb con rabia. Estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de acabar con aquello. Llevaba persiguiendo a su objetivo durante siglos, en los que mientras él se debilitaba, aquello había conseguido hacerse más fuerte.- Además quizá no haga falta. Tengo una fuente que sabe como dar con él.

Rafael sintió pena al darse cuenta de que nada podría hacerle cambiar de opinión. Así que se reclinó de nuevo en el mullido sillón antes de hablar.
- Eso es lo que tu te crees, pero la última palabra la tiene el destino- susurró antes de evaporarse, como si nunca hubiese estado allí, mientras Caleb cerraba los ojos engañándose con que el destino no tenía nada que ver con él.

Una vez solo, fue hasta la baño desnudándose, se colocó bajo la ducha y dejó que el agua se deslizase por su piel mientras pensaba lo que le esperaba si como Rafael había dicho no volvía al redil. Recordó como había sido la primera vez que había empezado a sentir las necesidades de los humanos; la primera vez que se había sentido cansado y había tenido que dormir, la primera vez que había comido, la primera vez que se había acostado con una mujer. Podía comprender la sensación placentera de cumplir con las necesidades pero nada más. No podía entender la mirada de deleite que tenían algunos comensales, ni la satisfacción de aquellos que se daban al placer carnal durante días. Percibía que no podría vivir sometido a las necesidades de su cuerpo y por ello sabía a quien acudiría como se le acabase el tiempo sin cumplir su misión. Rafael se sentiría decepcionado, pero él aceptaría las consecuencias de su decisión, si con ello conseguía lo que quería. Ahora parecía que estaba más cerca que nunca de su objetivo. El fracaso no era una opción.

LLevo una semana     jajaja, no me sale la cosa muy fluida. Sé lo que quiero escribir pero no me sale. El calor no es bueno para las neuronas.

- Pareces el maestro yoda- contestó Caleb con sarcasmo. - Tú no tan malo eres. La línea no cruzar podrás

Su maestro le miró intrigado haciéndole ver que no había entendido la referencia.

- ¿Así que no disfrutas de los inventos de los humanos? Quizá yo también pueda enseñarte algunas cosas

Rafael se echó a reír a carcajadas mientras se acomodaba en el sillón.
- No es que no disfrute de sus inventos, es que siempre me consideré algo más alto y más guapo que una rana.


Qué bueno eso

Y lo otro, eso que dices de saber que quieres escribir pero que no te sale. Ufff, así llevo yo la tira por culpa de una escena atragantada. Pero bueno, tú ponte el ventilador, tomáte un litro de café y sigue, que se está poniendo interesante. Ah, el libro que estoy leyendo ahora también va de ángeles malos [me da la impression que son vampiros], pero transcurre en la Edad Media, durante la Guerra de las Rosas

   ya te digo. Mira que siempre escribo de noche pero naaa, cambió las cosas y aún asi no las veo bien. Tamos pal arrastre jajajaj.
Que libro les? yo hace tanto que no leo que el finde pasado que no podía salir me lei dos libros, aunque ahora con lo de autoras no se que leer, voy a ver otras pag a ver si en los registros de novedades veo algo que me interese