En 1847, don Juan Manuel de Rosas gobierna la Confederación Argentina desde Buenos Aires con mano férrea. Algunas provincias se alzan en su contra y forjan una alianza con el fin de derrocarlo.
En esa época de conflictos sangrientos, lealtades e intrigas, la joven Fiona Malone sólo espera enamorarse, como lo ha hecho su amiga Camila O’Gorman. Pero un apuesto y enigmático hombre, don Juan Cruz de Silva, perteneciente al círculo íntimo de Rosas, se cruzará en su camino para desbaratar sus planes.
Fiona Malone es una joven a la que no le gusta acudir a las veladas organizadas por la sociedad de la época. Aunque le sobra belleza para conseguir a cualquier hombre, se siente mejor rodeada de las llamadas “planchadoras”, mujeres poco agraciadas que esperan que alguien las invite a bailar. Su máxima aspiración es enamorarse, como su amiga Camila, vivir un enamoramiento intenso y tener un matrimonio por amor.
Fiona ha acudido a una reunión en la que conoce a Juan Cruz de Silva. Antes de ser presentados se siente atraída por el aspecto físico de él e intenta saciar su curiosidad preguntando disimuladamente. Posteriormente tendrá una visión de Juan Cruz, que le hará aborrecerlo.
Juan Cruz Silva, pertenece al círculo más íntimo de Juan Manuel Rosas. Nadie sabe a ciencia cierta la relación que les une, algunos dicen que es su hijo ilegitimo, otros que lo adoptó y lo quiere como a un hijo. Lo único que para todos está claro, es la gran aceptación que tiene entre las féminas y su poder económico.
El primer cara a cara entre Fiona y Juan Cruz será desastroso, nadie se explica qué pudo ocurrir para tanta animadversión.
Fiona tiene una relación con su padre, William, difícil y casi inexistente; por eso la llegada de su progenitor a Buenos Aires no le produce ninguna alegría, máxime cuando descubre que le ha concertado un matrimonio, para saldar las deudas familiares, con un hombre que pronto conocerá…… Juan Cruz. Su predisposicón contra él, marcará la pauta su relación.
A mí me cuesta mucho decidirme a leer los libros de Florencia Bonelli y la culpa la tienen los argumentos, puesto que la mayoría de las veces no me atraen. Leí “Marlene” porque me insistieron en que era un libro estupendo, si hubiese sido por el argumento jamás lo habría empezado; pero me lo recomendaron tanto que no pude negarme a darle una oportunidad, y menudo libro descubrí. Con “Bodas de odio” me ha pasado lo mismo, después de meses de tenerlo aparcado, después de no encontrar el momento para iniciar la lectura, descubro un libro que me atrapó desde la primera hoja y que me hizo devorar cada página hasta el final.
La relación Fiona-Juan Cruz está cargada de odio, de desprecio, de pasión, de amor, de ternura. Fiona se niega a ser “comprada” por ningún hombre, se opone a la imposición paterna, aunque no le quede más opción que aceptar sino quiere dañar a los suyos; pero aun así no será fácil doblegarla ni hacerla sucumbir. Es un personaje femenino con mucho carácter, pero demasiado inocente para lidiar con un hombre del bagaje de Juan Cruz. El matrimonio que ha iniciado será una lucha sin cuartel por hacerse con su lugar, por no dar su brazo a torcer, por encontrar salidas en su búsqueda de un amor, de una pasión que la llene por completo. Y a la vez, y pese a su orgullo, siente que el muro que ha levantado tiene grietas, no quiere aceptarlo como esposo, pero cada día lo siente más cercano.
Por otra parte, Juan Cruz es un hombre curtido en mil batallas, autoritario, completamente fiel a Juan Manuel Rosas, con un pasado que no vamos a descubrir hasta muy avanzado el libro, con secretos que esconder y con pocas ganas de darse a conocer, pero con un único punto débil: Fiona. Debajo de la coraza en la que se esconde, existe un hombre tierno, dolido por el rechazo de Fiona, con dificultad para expresar sus sentimientos y con un intenso deseo de ser amado.
Sólo puedo decir que me ha encantado la historia y los personajes; Fiona por su inocencia, por su lucha y su oposición a un hombre de la personalidad de Juan Cruz. Y él porque se ha casado con una mujer a la que quiere complacer, pero no encuentra la forma, son dos personas muy distintas, con sentimientos y formas de expresión diferentes.
A lo largo de la lectura he pensado que ambos tiraban demasiado de la cuerda y que podía romper. La actitud de Fiona, aunque la entiendo, me parecía que pondría en la picota el matrimonio, la educación recibida juega un papel muy importante en el desarrollo de la historia. Por otra parte, Juan Cruz, toma decisiones erróneas que va a lamentar y que la mayor parte de las féminas no podrán comprender, la verdad es difícil apoyar a Juan Cruz, pero incluso así he conseguido entender porqué toma la determinación que toma, al final del libro. Los hombres que retrata Bonelli nunca son sencillos, para bien o para mal hay que aceptarlos con todo el paquete que les acompaña. Aquí el dicho: “en el amor y en la guerra todo vale” adquiere un significado pleno.
Destacaría a varios secundarios. Camila, la amiga de Fiona, que descubre el amor y la pasión y nos muestra lo cerrado de la época. María, la confidente y criada de Fiona, que a cada momento intenta hacerle cambiar de opinión y aconsejarla para que pueda ser feliz. Y Candelaria, la extraña acompañante de Juan Cruz, la mujer que vive en su casa, la que parece saberlo todo sobre él y por la que él siente un cariño incondicional.
A pesar de los defectos que puedan tener ambos personajes y sus comportamientos, y quizás debido a ello, el libro me ha enganchado y la historia me ha hecho disfrutar de toda la lectura.
Valoración : 4,5/5. Bueno.