Meghan de Blackthorn nunca hubiera podido imaginar que el día que decidió escapar furtivamente del castillo de su familia, alguien estuviera esperándola. Alguien a quien había amado desde que era una niña. El único hombre que había conseguido conquistar su corazón.
Pero no era amor, sino venganza, lo que impulsaba a Rolf MacDhaidh a perseguir a la joven y a convertirla en su cautiva.
Sin embargo sus planes se verán frustrados cuando el alma del poderoso guerrero se desgarre entre el deber… y el salvaje deseo que siente por Meghan.
Juntos lucharán por la intensa y fiera pasión que se desencadena entre ellos, logrando convertir su historia de amor en leyenda.
Jus, jus, no sé ni por donde empezar. Bueno sí
¡¡¡SÚPER ADVERTENCIA!!! SI NO TE HAS LEÍDO EL LIBRO NO SIGAS LEYENDO ESTO 
¡¡Por Dios, menuda mierda de libro!! Y seguramente diréis, sí, sí, maja, será una mierda, pero mira la hora que es y tú en lugar de estar en camita soñando con los demonitos estás aquí hablando del librico
Pozí
Pero es una de esas extrañas veces en que se da la especial circunstancia, que a pesar de lo malo y requetemalo que te parece un libro, en lugar de mandarlo en vuelo chárter a la estantería o a nivelar la cojera de una mesa, sigues torturándote porque en el fondo tu alma es masoca y disfruta con el tormento.
A ver, la sinopsis no es muy brillante, pero lo justo para llamar mi atención. Una venganza, ambientación en el año 1074 -con lo cual estamos a caballo entre la época de los brutos y sanguinarios vikingos, y los súper interesantes normandos, que han cruzado el charco hacia la pérfida Albión huyendo de su florido idioma materno, para hacer un máster en modales rudos y poco refinados al mezclarse con los toscos sajones.
Y la cosa empieza medianamente bien, Rolf da el perfil, aunque la química entre los protagonistas sea cero patatero y la historia no enganche, con lo cual, me he saltado bien a gusto, las 100 primeras páginas, me las he leído así por encima, como cuando te lees la letra pequeña de cualquier contrato de compra a plazos hasta llegar a la zona de la firma. Que parece que pones interés, pero, lo que realmente quieres es estampar la firma cuanto antes para que te concedan el crédito. En fin, poca chicha, así que he pasado páginas como una descosida hasta ver que la cosa empezaba a marchar.
Pero claro, luego me topo de bruces con una damisela del siglo XI, que parece que la han ido a sacar del show de Buffalo Bill, no sólo monta a caballo mejor que cualquier hombre, no. Sino que hace acrobacias sobre la grupa. También dispara con arco mejor que cualquier guerrero experimentado, maneja la espada, las dagas y demás parafernalia militar con tal destreza que es ella la que se encarga de entrenar a lo soldados. Que todos ellos, sin excepción, van corriendo como perritos falderos cuando la muchacha asoma la naricita para dar su paseo matutino a pedirle consejo de como dar mandobles, si se corta mejor el viento haciendo una finta de norte a sur, o si por el contrario es mejor cortar el aire de abajo arriba. Y por supuesto, que no vaya el señor del castillo a poner a sus hombres en vereda, que ni cortos ni perezosos, se le ponen en las patitas de atrás, con cara de perro gruñón, porque les está interrumpiendo las master class
joder con la puñetera igualdad, que ya ni a los hombres primitivos se les respeta. Porque, sí sí, que vaya una señorita a decirle al laird de un clan que pasa de casarse con él. Que sí que se va a vivir a su castillo, pero que de bodorrio nanai, que simplemente será su juguete sexual, y que se levantará la falda (el laird) para retozar cuando, como y donde la nena quiera. Y que no vaya a quejarse a su hermano (de ella) o a su laird (de ella también) porque no tienen ni voz ni voto.
Entonces nuestro Lord Venganza, ese machomen implacable que se nos presentó en el primer capítulo, pasó de ser laird en su castillo a ser un simple mayordomo: "¿te abro la puerta? ¿te acompaño a subir las escaleras?" La protagonistas ante tal despliegue de amabilidad pone los ojos en blanco, juas a mí hace tiempo que se me dieron la vuelta, unas tres debo llevar, lo intuyo por la tirantez del nervio óptico que ya debe estar medio tronzao. Otras veces, a ser un simple consejero "hombre, a ver, no sé, digo yo, ¿eh? que no es por meterme, pero una mujer en estado de buena esperanza no creo yo que deba trepar árboles, cabalgar a pelo (caballos, a lo otro no me opongo)" y que ante la mirada de "¿decías?" de la nena, responda "¿Quién yo? nada, hablaba de barcos" no vaya a ser que la domina se mosquee y se quede sin polvo. Un Lord Venganza que se pasa cinco meses suplicando noche sí, noche también a que de una buena vez hagan de él un hombre respetable y le devuelvan su honra, que quiere tener una alianza en el dedo que bendiga su unión y no ser sólo un hombre objeto. Y ella, cruel, se niega obstinadamente, hasta que en el lecho parturiento, con el bebé asomando la coronilla, abra los pulmones para gritar "¡¡Rolf, ven aquí!! Hala, ya puedes traer al cura, que no voy a permitir que mi hijo nazca bastardo. Y tú, hombre de Dios, la cosa rapidita y sin parafernalia que mi promogénito no espera y quiero tener el cuarto despejado para cuando haga acto de presencia" Y claro, al oír que por fin iba a convertirse en marido, nuestro Lord Venganza, soltó un gritito de júbilo, que os lo juro, yo en ese momento me imaginé a Crispin Clander. Es que me han matado al machomén en las últimas 50 páginas.
Ah, y que se me olvidaba, que cuando se lee el testamento de Alpin, donde le deja su propiedad a Garith el hermano pequeño de Rolf, pidiendo que mantenga a su lugarteniente par que entrene al chico. Se adelante la señorita Meghan a decir "Pues sí, me parece bien. No tengo nada que objetar"
¡¡¡Comooooooooooor!! ¿Mande? ¿Pero tú quien te crees que eres, un NOTARIO?
En fin, entre todo eso y el monólogo súperalmibarado en que se convirtió la declaración de amor, que os lo juro que empacho, que empalague... Casi estoy por decir que la Romántica ya no es para mí. Porque vale, la historia es surrealista total, pero este tipo de declaraciones es la tónica general hoy en día (o yo elijo fatal los libros últimamente) y yo con ese rezume de melaza no puedo, se me indigestan los libros. Eso por no hablar, que si yo me leo un libro de la época medieval, normanda, de vikingos, o por el estilo, pues quiero un HOOOOMBREEEEEEEEE medieval, vikingo, normando, etc... con todos su defectos y sus escasas virtudes, no esta caricatura de hombres que últimamente las autoras se empeñan en retratar, joder. Que son todo fachada, pero detrás de la cara no hay nada, ni carácter, ni mala leche, ni huevos ni nada de nada. son unos puñeteros peleles.
Tema: El Riesgo de Amar - Sophia Johnson 
Mar Nov 06, 2012 7:38 am
