NOCTURNA, de Guillermo del Toro y Huck Hogan

La escena cuando el avión está detenido en la pista, sin luces y con todas las ventanillas bajadas, como una bestia amenazante… ufffffff, me recordó a Stephen King en sus buenos tiempos. Era leerla y gritar “¡Sí, Sí Sí”, como en el anuncio del champú. Por fin tenía [bueno, creía tener] en mis manos un libro de terror de esos que te desvelan por la noche.

… el dichoso Señor Sanguijuela. Porque a ver, estaba muy bien eso que sugerían al principio, que el vampirismo estaba causado por un virus, y los contagiados se convertían en seres sin conciencia, sin inteligencia, en básicas maquinas chupa-sangres en definitiva. Algo así como los contagiados de “28 días después”. Bueno, y esa premisa asusta porque claro, con alguien que no tiene juicio no puedes razonar. Él es el depredador , tú la victima y sálvese quien pueda. Pero entonces nos introducen al Señor Sanguijuela, que es [Oh surprise surprise!] miembro de una especie de élite vampírica que se ha mantenido oculta hasta ahora [pero ¿no eran los vampiros tontos, controlados por los gusanos que parasitaban en sus cuerpos?]. Y el Señor Sanguijuela quiere declarar la guerra a sus colegas en la vieja Europa. ¿Cómo, os preguntareis? Vamos, el tío tiene un plan infalible: plantarse en los USA, desatar el virus y convertir a toda la población en vampiros. A lo que uno puede argumentar: ¿es cargarte todas tus provisiones la mejor manera de prepararse para la guerra? Jolines, que si todos se convierten en vampiros, ¿qué narices van a comer? Y para mayor INRI, resulta que los vampiros no pueden cruzar masas de agua sin asistencia de los humanos. Pues macho, ya me veo a todos los enemigos del Señor Sanguijuela, tan ricamente asentados en Europa, señalándole con el dedo y soltando aquello del “nána nána na na”. Y es que con malos como el Señor Sanguijuela, ¿quién necesita héroes? Vamos, si por su ineptitud se eliminan solos…

Y luego esta lo de las víctimas del avión. Cuando hablaban de lo del virus parecía factible que todos hubiesen muerto al mismo tiempo, cuestión de cinco minutillos. Pero no, luego resulta que fue el Señor Sanguijuela de nuevo [a estas alturas ya lo odiaba, os lo juro], que los fue mordiendo [perdón, aguijoneando] de uno en uno, se supone. Y joderrrrrr, que eran como 200 pasajeros. Aquí ya me imaginaba la escena, con el Señor Sanguijuela actuando en cámara rápida, y la música de Benny Hill de fondo… Dios, que pesadilla, pero no la que Del Toro y Hogan habían imaginado…