En el año del bicentenario de la Batalla de Trafalgar, Arturo Pérez Reverte nos presenta esta novela (Cabo Trafalgar) que nos narra a través de un barco en el bando aliado(hispano-francés) 'inventado' por el autor, (según el autor, para no desvirtuar los hechos históricos): El Antilla. En este barco se concentra la acción de la batalla en primer plano, es decir, en Cabo Trafalgar se describen las acciones llevadas a cabo por la tripulación dentro del barco, con gran lujo de detalles; lo que da una idea al lector de la actividad que se desarrollaba en un buque de guerra de la época. Arturo Pérez Reverte realiza un analisis de la situación política, social y militar de España; además de perfilar los principales personajes políticos(Napoleón, Godoy...) y militares(Gravina,Villenueve...) que tuvieron algo que ver en esta batalla, ya sea criticándolos o ensalzandolos.
Este libro cayó en mis manos de pura casualidad. Digamos que yo era la mensajera, la persona que debía llevarle el libro a un amigo. Y justo antes de dárselo, se me dio por abrirlo y leer un poco.
Buah! ¿Alguien cree en los flechazos? ¿No? Pues os juro que esto fue amor a primera vista. Nunca un primer párrafo me caló tan hondo como aquel:
El teniente de navío Louis Quelennec, de la Marina Imperial francesa, está a punto de figurar en los libros de Historia y en este relato, pero no lo sabe. De lo contrario, sus primeras palabras al amanecer el 29 de vendimiario
del año XIV, o sea, el 21 de octubre de 1805, habrían sido otras.
—Hijos de la gran puta.
Y bueno, deciros que este libro no llegó a manos de mi amigo hasta después de que la menda se lo hubo leído dos veces, jajaja.
Este libro narra la batalla ocurrida frente al Cabo Trafalgar rezumando humor irónico y sarcástico por los cuatro costados. No te endulza la patada en el culo que nos arreó Nelson esa sangrienta jornada. Y te describe de forma prescisa y al detalle la escabechina en la que se convirtieron las cubiertas de los buques una vez que los cañones hicieron acto de presencia.
La narración es ágil, divertida y a veces, incluso un poco liosa, ya que el bueno de Reverte no se ha cortado a la hora de mezclar el franchute, el idioma de Chéspir, el castellano castizo, la peculiar forma de hablar del sur de la península y cuarentamil maneras de expresarse por los infelices que tuvieron la desgracia de encontrarse a bordo aquella mañana. Todo eso sumado a la jerga marinera, puede llegar a aturullar, pero para mí fue la repera.
Me lo he pasado como una enana leyendo este libro, me lo he releído unas cinco veces y es una de las joyitas de mi biblioteca.
Si no lo habéis leído, yo os lo recomiendo. Eso sí, prepararos para encontraros con algo totalmente diferente a lo que estamos acostrumbradas a leer.