Sebastian Townswead lleva once años alejado de su tierra natal, Inglaterra y de sus familiares. El hecho que desencadenó esta distancia, fue el duelo que mantuvo con su amigo de la infancia, Giles y que provocó la muerte de éste. Las cosas no salieron como Sebastián pensaba, se torcieron sin que pudiese hacer nada por arreglarlo; algo que no ha podido perdonarse, porque jamás estuvo en su mente matarlo. Para él ha sido muy duro hacerse a la idea de que su amigo ha fallecido porque él le ha fallado. Su propio padre, Douglas, no perdonó a su hijo su desobediencia y en un momento de enfado, le dice que no lo quiere volver a ver.
Margaret ha sido durante algún tiempo la pupila de Douglas Townswead, lo conoce bien y le tiene aprecio, por eso sus continuos accidentes le preocupan y decide que ha llegado la hora de buscar a Sebastian y hacerle regresar a casa para que le ayude a aclarar si pueden ser intentos de asesinato, le parece demasiado extraño que sufra tantos inconvenientes y todo eso le está empezando a preocupar.
Margaret está en Francia en plena búsqueda de Sebastian, pero como le es difícil dar con él, decide contratar a un mercenario para que le ayude "El cuervo". Su sorpresa es mayúscula cuando descubre que ambos son la misma persona. Llevado por la tenacidad de Margaret, no le queda más remedio que aceptar un trabajo, que en principio no quería, pero sin saber cómo ella ha conseguido engancharlo de tal forma que no puede negarse.
Sebastián tiene muy buenos sentimientos y la separación de su familia le ha afectado tanto que ha sido incapaz de comprometerse con nadie en todo ese tiempo. Echa de menos a su padre, sus charlas, sus consejos, la relación tan estrecha que tenía con él; pero sabe que será difícil que las cosas vuelvan a ser como antes.
Margaret es capaz de atravesar la coraza que recubre el corazón de “El cuervo” y sabe que si alguien le ayuda, pueda ser de nuevo aquel chico encantador que conoció cuando era una cría.
Johanna Lindsey ha sido durante muchos años una de las escritoras mejor valoradas por las lectoras de romántica, sus libros se vendían casi sin leer el argumento. Sin embargo, en los últimos años, las cosas han cambiado e incluso sus fans se lo piensan dos veces antes de comprar sus libros, puesto que ha perdido la capacidad de enganchar con sus argumentos e historias.
A mí el inicio de la historia me ha hecho recordar con ternura y cariño a la Lindsey de antaño. Disfruté con las pullas entre los personajes principales. El retrato de Sebastian está perfectamente marcado entre el mercenario a sueldo y el pícaro inglés que siempre ha sido. Y ella tiene la energía suficiente y la iniciativa para llevar a cabo una búsqueda que en inicio se presentaba muy complicada. Durante muchas hojas no podía creerme que el libro me estuviese gustando, incluso pensaba que seguramente Lindsey se había recuperado y debería comprarme el libro. Pero, hacia el final la historia se vuelve tan enrevesada, que todo encaja en su sitio a "golpes". Un final precipitado, donde las afrentas, el dolor, las separaciones y mentiras, parecen no tener importancia y todo se soluciona con excesiva rapidez. Una de dos, o la escritora se ha dado un golpe en la cabeza, o directamente nos quería contar una cosa y a mitad de camino nos la cambió por otra.
Pasé de estar entretenida y disfrutando del libro, a no saber qué demonios había pasado, porque nada era como creía.
En fin, es Lindsey y en los primeros capítulos parece que ha vuelto, pero nuevamente demuestra que con toda la oferta que hay, es mejor pensarse si gastar el dinero en sus libros, porque francamente ha perdido su capacidad de enamorar al lector y de hacerle sentir que está en la historia.
Para mí es un libro que se deja leer, pero no lo encuentro imprescindible.